dilluns, 4 de febrer del 2019

Cine: ensayo o narración

 En un corto espacio de tiempo he tenido ocasión de asistir a una experiencia curiosa. He visto una buena película absolutamente desagradable, hasta el punto de que algunos espectadores abandonaron la sala cuando tan solo había transcurrido un tercio de la misma; y otra, digamos, más conservadora en las formas y en la sintaxis -lo cual no quiere decir mala, ni tan siquiera mediocre-, pero totalmente agradable de ver, emocionante hasta concitar los aplausos de buena parte del público que llenaba la sala. Se trataba, en el primer caso, de "La casa de Jack", de Lars Von Trier; y, en el otro, de "Green book", de Peter Farrelly. 


La primera, contaba, en cinco episodios, algunos de los crímenes de un asesino en serie, el Jack del título, sin ahorrar ningún detalle escabroso, para, en su tramo final, reflexionar de forma un tanto confusa sobre la esencia del mal. En cualquier caso, la sobriedad formal de la narración,  así como el barroquismo de algunas de sus imágenes -en algunos momentos la saturación de colores recuerda el cine de terror de Darío Argento-, la interpretación de sus actores -destacable la de Matt Dillon- hacen de este film una obra estimable, si bien la crudeza de las imágenes invita a la desafección.
La película de Farrelly cuenta una historia basada en un caso real, la del pianista negro Don Shirley y su chofer, Tony Lip, una road movie en la que ambos personajes evolucionan en un sentido confluyente. Todo ello en un contexto de racismo crudelísimo en la América sudista de los años 60. La narración lineal -correctísima desde el punto de vista académico-, la ambientación precisa, la música efectista, con una interpretación magistral de Viggo Mortensen, una situación indignante, la dosificación milimetrada de acción y sentimientos, y un mensaje de "buenrollismo" con punto final en una celebración navideña en el ámbito familiar de la comunidad italiana, son los ingredientes que hacen de esta película una firme candidata a la obtención de los galardones del público.

La cuestión es dilucidar sobre qué es el cine y cuál es su función. Mero entretenimiento o un camino de aprendizaje, literatura en imágenes o expresión fundamentalmente plástica, narración lineal o ruptura de códigos al uso, realismo o surrealismo.