dimecres, 2 de gener del 2019

Mercenarios

Un amigo muy querido, estudiante de Historia, tuvo a bien recientemente compartir conmigo un breve trabajo de investigación que había realizado. El opúsculo en cuestión hacía, en su primera parte, un repaso de la Anábasis de Jenofonte y, en la segunda , se extendía sobre el fenómeno del mercenariado, desde entonces hasta nuestros días. Mientras tanto, me hallaba yo leyendo Por el bien del imperio, del recién fallecido Josep Fontana, maestro de historiadores, y que nos ha dejado como legado un compendio de la ignominia acaecida a partir del final de la Segunda Guerra Mundial. Entre el uno y el otro, en cierto modo relacionados, el tema atrapó mi atención y me suscitó un montón de preguntas y reflexiones, las que siguen:

Me ha parecido muy interesante, sobre todo la segunda parte, la que dedicas a analizar el fenómeno del mercenariado. A propósito de ello, me asaltan unos cuantos interrogantes, que te comento:

  • Dices que en el siglo IV a.n.e. aparece o se manifiesta con fuerza el fenómeno del mercenariado (aunque seguro que podemos remontarnos más atrás con las tropas auxiliares del Imperio Nuevo en Egipto o las alianzas coyunturales entre ciudades-estado en Mesopotamia…).  Afirmas que se debe a la especialización de las tareas de guerra. Pero me gustaría saber en qué consiste esa especialización. ¿Se trata del manejo de armas, del desarrollo de tácticas, de logística, de una extensión en el espacio y en el tiempo de las campañas…?
  • Hay otro aspecto que me parece relevante y que no tratas en tu trabajo, trazar un perfil sociológico de los mercenarios: ¿quiénes son? ¿provienen de sectores marginales de la sociedad o son caballeros? ¿cómo llegan a convertirse en mercenarios? ¿reciben alguna formación específica? Si es así ¿de qué tipo, en qué lugares, por parte de quién?
  • Pones como ejemplo paradigmático de mercenarios… a la Guardia Suiza (?). Creo que se parecen más a un ejército regular o a una guardia personal y, además, resultan históricamente insignificantes, comparados con otros. ¿Qué tal los cruzados? ¿Los almogávares, los mamelucos, los jenízaros? ¿O los piratas? ¿Los corsarios, tal vez? ¿Los “señores de la guerra”, antiguos y contemporáneos? ¿Los espías dobles?
  • Relacionado con lo anterior, creo que falta definir mejor el concepto de mercenario. ¿Alguien al que mueven exclusivamente -o principalmente- motivaciones económicas, que se vende al mejor postor? En ese caso, no creo que la Guardia Suiza sea un buen ejemplo.
  • Quizá llevado por tu formación académica, subrayas en gran manera el aspecto económico, a la hora de optar por un ejército mercenario antes que por uno de ciudadanos en armas. Pero quizá haya otras razones además de esta:
    • En las democracias, no ver regresar cadáveres de ciudadanos, sobre todo a partir de Vietnam (ya lo apuntas en tu trabajo).
    • Externalizar la guerra sucia.
    • Externalizar el posible fracaso de una campaña. Cuántas derrotas militares han significado el final de muchas carreras políticas.
    • Desarmar al pueblo. No es baladí. En un momento, como el presente, en el que se cuestionan tantos poderes, el monopolio de la violencia se convierte en una prioridad.
  • En algún momento dices que las compañías contemporáneas de mercenarios han sido la “solución” de conflictos, en Sierra Leona, Angola… Creo que, por el contrario, han sido un problema, que han prolongado conflictos más allá de lo razonable, porque les va en ello su negocio. En algunos casos, incluso, pueden haber sido la causa de algunos de esos conflictos, para hacerse con el control del comercio de diamantes, coltán, etc. África es un buen ejemplo.