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El garito en cuestión |
¿Qué es lo que nos define como persona? La apariencia física, el gesto, la palabra, la mirada, la voz, un detalle insospechado... En la pelicula Phoenix una mujer judía alemana, al acabar la guerra, vuelve de su paso por un campo de concentración nazi con el rostro desfigurado. Después de someterse a una intervención de cirugía plástica que le proporciona una nueva cara, se dirige a su antiguo hogar en busca de su marido. Este no la reconoce, pese a advertir un cierto parecido con su mujer. El marido urde un plan para recuperar la pequeña fortuna de su mujer intentando convertir a la recién llegada en lo que ya es. Le enseña a levantarse, a caminar, a sentarse. La mujer experimenta una sensación de extrañamiento, viéndose a través de los recuerdos de su marido.
¿Quiénes somos, pues? ¿Lo que personalmente pretendemos ser o el resultado de un conjunto de miradas en las que nos vemos reflejados? Poco importa, si lo pensamos bien, visto que la mayoría de la gente nos desvivimos por generar en los otros una idea mejorada de nosotros y que, sin embargo, se trata de un esfuerzo abocado al fracaso porque la pieza que queremos ser no puede encajar en todos los huecos del puzzle.
Por suerte, éste no es el tema central de la película. El valor, como el cariño, tienen límites. Y el miedo es un sentimiento muy poderoso que puede doblegar la voluntad más fuerte. Y la ambición también. Además, hay momentos en la historia de un país en los que la obsesión colectiva condiciona y desordena las convicciones más personales. Algo así debió ocurrir en Alemania, durante el nazismo, para que vecinos y amigos se traicionasen, para que los más íntimos renegasen públicamente del pasado en común. De eso va la película. Una historia sencilla en la trama, de la que conocemos prácticamente todo mediado el film, pero cuyo desenlace no deja de noquearnos. Esa parálisis que se vive cuando nos cogen en flagrante mentira. Un glups en este caso de consecuencias dramáticas. ¿Alguien se atreve a aventurar su conducta en una situación semejante? Todos somos buenos hasta que dejamos de serlo.
La película, formalmente, es de una sequedad tajante. Todos los recursos fílmicos, técnicos -luz sin tamices, música diegética, cámara impasible, escenografía desolada- y narrativos -diálogos reducidos a lo indispensable, progresión lineal, elipsis, fueras de campo, flashbacks necesarios-, al servicio de una historia sórdida. Es la condición humana.