diumenge, 5 de maig del 2013

Efectos secundarios

La última película de Steven Sorderbergh me ha resultado sorprendente por la consistencia camaleónica de la misma. Empieza siendo una historia de relaciones humanas conflictivas (la protagonista con su marido encarcelado; la de la protagonista con el psiquiatra -Jude Law-) y, al mismo tiempo, una película al uso de denuncia de los tejemanejes de las grandes corporaciones, en este caso, de las farmacéuticas. No se sabe muy bien por dónde van a ir los tiros. Escenas e imágenes desorbitados que nos introducen en una (supuesta) mente enferma por la depresión, en la que abundan los primeros planos o angulaciones aberrantes. Otras, en paralelo, del mundo de los yupis -creo que ahora no se llaman así- con efectos glamourosos, barridos y travellings de situación, entornos hipermodernos y sofisticados. Sin embargo, todo cambia a raíz del hecho que desencadena la segunda parte de la película. Entonces, los detalles anteriores adquieren una nueva relevancia y un desarrollo inesperado.

Una peli absolutamente recomendable. Ahora bien, hay que estar atento para no perdersen en los entresijos de la trama.