Un aspecto que cada vez me interesa más es el de la recepción de la obra por parte del lector. ¿Lee el lector exactamente aquello que ha escrito el autor? Ciertamente, no siempre. O casi nunca. Cada uno coge de la historia que está leyendo aquello que más se acomoda a su cultura, su estado de ánimo o sus intereses. La buena literatura quizá sea aquella que ofrece esa pluralidad de lecturas, la que partiendo de un único soporte, el texto escrito por el autor, permite sin embargo a los diversos lectores la evocación de mundos también diversos. Es el misterio de la santísima poliformidad.
Por otro lado, a la pregunta de qué es lo que convierte un libro en un clásico, contestaría sin pensarlo mucho que la creación de un personaje, siendo éste para mí un aspecto más importante aún que una trama bien urdida. Veamos algunos ejemplos. Uno de mis autores preferidos, de esos con los que uno se lo pasa bien sin más miramientos, como en una reunión informal de amigos, es Harlan Coben, maestro de la novela negra, cuyas historias te cogen de los huevos desde el principio y no te los sueltan hasta el final del libro. Pero no es un clásico. Soy incapaz de acordarme de ninguno de sus personajes. Sin embargo, los clásicos son otra cosa. En ellos se van construyendo, página tras página, personajes que evolucionan, que avanzan y retroceden, que tocan muchas de las teclas que afecta al común de los mortales. Quíén no ha oído hablar de Ana Ozores, Raskolnikov, Jean Valjean, el capitán Akab o Emma Bovary, Aureliano Buendía, hasta el punto de llegar a suplantar a los autores, como ocurre con don Quijote o Tirant Lo Blanc. Más aún, se erigen como prototipos que aún sin haber sido suficientemente leídos, no por ello dejan de representar modelos de conductas o juegos de espejos en los que nos vemos incesantemente reflejados / deformados.
Esta pequeña diatriba viene a colación de la película "En la casa" de François Ozon, en la que un profesor de literatura interacciona con uno de sus alumnos en torno al proceso de creación literaria. Además de los apuntes sobre la literatura, sobre la construcción de personajes, se desarrolla una trama de manipulación psicológica que acabará subvirtiendo los papeles de ambos protagonistas.
Esta pequeña diatriba viene a colación de la película "En la casa" de François Ozon, en la que un profesor de literatura interacciona con uno de sus alumnos en torno al proceso de creación literaria. Además de los apuntes sobre la literatura, sobre la construcción de personajes, se desarrolla una trama de manipulación psicológica que acabará subvirtiendo los papeles de ambos protagonistas.
