dilluns, 30 de desembre del 2019

Intemperie

Se trata de una de las películas españolas más redondas realizadas en el año 2019. Está basada en el libro homónimo de Jesús Carrasco, una opera prima que destacó en el momento de su publicación por la contundencia de la historia y del estilo narrativo, seco, sin concesiones. Al que suscribe le recordó en el momento de leerla La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, por la crudeza  y fatalidad de las situaciones descritas.


Sin embargo, la película me sorprendió, en parte porque había olvidado detalles de la narración, pero sobre todo porque las imágenes de Benito Zambrano no casaban bien con las que yo particularmente había imaginado. Lo que me reafirma en la importancia de leer antes de ver aquellas historias basadas en textos escritos. Ya sé que muchas grandes películas están basadas en bodrios literarios y, al contrario, obras maestras de la literatura universal son degradadas al pasar por las manos del cinematógrafo. En cualquier caso, la lectura primero y el visionado después nos permite contrastar las imágenes construidas respectivamente por el lector y el realizador, a modo de debate diferido, y que no puede ser sino enriquecedor para el lector-espectador. En algunos casos, puede resultar decepcionante la versión fílmica, pero en otros puede revelar una perspectiva diferente y, repito, enriquecedora, como es el caso que nos ocupa.
La película del realizador sevillano nos descubre un paisaje andaluz que se convierte en uno de los personajes principales de la película, al modo de algunos de la edad dorada del western, las grandes extensiones, la tierra blanquecina y polvorienta de las barrancas, los atardeceres azuleados... Esta es, sin duda, la primera sorpresa que depara la película, la sensación de un cierto extrañamiento por el hecho de trasladar códigos de las películas ambientadas en otras latitudes, el Far west americano, -aunque muchas de ellas rodadas físicamente en las mismas de Intemperie-. al territorio hispano.

Por otro lado, el tono épico del relato fílmico, tampoco se correspondía con la imagen más bien sórdida con la que uno se representaba la inmediata postguerra española. El carácter de los personajes, desde el obstinado y pérfido perseguidor,  como el niño que ha perdido abruptamente la inocencia, pasando por el desencantado personaje de Luis Tosar, quien se redime en esta historia de un pasado que se le supone poco ejemplar, podrían perfectamente protagonizar una tragedia griega.

Por todo ello, Intemperie, la película, merecer ser vista. Y el libro, leído.