Dificultades que tiene la sociedad actual para conjugar los conceptos de: plurinacionalidad, buen vivir y naturaleza, en su modelo de desarrollo.
Desde el desconocimiento de la realidad latinoamericana, me atreveré a realizar algunos comentarios.
Los tres conceptos que aquí se proponen suponen un importante desafío para la sociedad contemporánea. Veámoslos por separado. El concepto de plurinacionalidad resulta más cercano a la realidad española, ya que el Estado de las Autonomías tendría un remoto parecido, con muchas salvedades. Una de las dificultades que me asaltan es la de la constitución de las naciones, qué es aquello que las definen, cómo se constituyen y cómo los ciudadanos encajan en ellas. ¿Se trata de un constructo cultural, con una base territorial, al que los ciudadanos se adscriben voluntariamente o se trata de otra cosa? En España, por ejemplo, algunas de las autonomías tienen una lengua propia, un pasado histórico propio y una conciencia diferencial extendida entre la ciudadanía que se pone de manifiesto a través de un tejido organizativo e institucional de carácter identitario y de la existencia de partidos políticos nacionalistas. Sin embargo, otras autonomías son circunscripciones políticas territoriales que, el constituyente, estableció en su día por motivos coyunturales sin que respondiesen a unas demandas de la sociedad ni a una conciencia nacional. La pregunta es, ¿cuándo y cómo se entra a formar parte de una nación? ¿Por las condiciones de nacimiento, por la residencia en un territorio, por la inclusión en un registro oficializado, libre o forzoso? ¿Qué pasa en el caso de que los derechos individuales, amparados por la legislación estatal, colisionen con los derechos colectivos? ¿Cuál de ellos prevalecerá?
Por otro lado, la identidad plural y su reconocimiento qué duda cabe que permite la inclusión de realidades diversas, pero al mismo tiempo, la diversidad de situaciones, jurídicamente comprometidas, impide la acción conjunta de agentes que potencialmente viven en condiciones similares. Por ejemplo, la disparidad de regulaciones laborales entre distintas autonomías impide la acción coordinada del movimiento obrero en defensa de de sus derechos, puesto que los objetivos de unos y otros son diferentes. Conciliar los derechos colectivos con los derechos individuales es, sin duda, uno de los principales retos del Estado plurinacional.
En cuanto al concepto de Buen Vivir, tal como dice el profesor Martínez Moscoso en el vídeo, trasciende el Estado del Bienestar europeo. Se trata de conciliar las condiciones físicas, mentales y espirituales de lo que se conceptualiza como la vida buena. Sin embargo, aquí probablemente choquemos con dos tipos de retos fundamentales. Uno, el de definir cuáles son esas condiciones mentales y espirituales tan influidas por las creencias y expectativas vitales de cada ciudadano. Y dos, el mismo reto que atenazó al Estado del Bienestar europeo y acabó por derrumbarlo, el de cómo financiar los servicios que pretende ofrecer y cómo hacer frente a la acometida de los poderes fácticos que se han planteado como objetivo el de desmantelar los servicios públicos para ofrecerlos al mejor postor a través de múltiples acuerdos –USA-UE aún en fase de negociación, Acuerdo Multilateral de Comercio, etc.-.
Por último, el cambio de concepción de la naturaleza, que pasa de ser un recurso explotable a ser considerada un patrimonio a conservar y legar a las generaciones futuras, me parece crucial y absolutamente necesario. La conciencia ecológica moderna y la consideración tradicional de los pueblos indígenas hacia la naturaleza, “Pachamama”, son aspectos que todas las formaciones políticas, instituciones y Constituciones tendrán que integrar en sus programas, motu proprio o forzosamente, vistas las circunstancias de deterioro ambiental que padecen tantas regiones en el planeta.