Parece una película de ciencia-ficción, pero no, es una estrategia cuidadosamente planificada y obsesivamente puesta en práctica por ese poder invisible, cada vez más atrevido. Las grandes corporaciones se han quitado la máscara -antes se ocultaban bajo el manto de instituciones como la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial- y sus secuaces actúan de forma descarada e impune. Hay que aprovechar las catástrofes naturales -huracán Katrina, tsunamis- o provocarlas para introducir reformas aprovechando el estado de shock de la población. En ese estado, aceptarán cualquier condición que se les ponga. Esta es la estrategia que se está siguiendo en España, más chapucera, más de país de chirigota, pero igualmente dolorosa.
Para leer: La doctrina del shock, de Naomi Klein
Para ver: