El viernes, 28 de septiembre, Fernando Savater estuvo de nuevo en Alicante. En esta ocasión, el encuentro se produjo en el ADDA, organizado por el Instituto Juan Gil-Albert. El formato era el de un diálogo, en este caso, con Francisco Lapuerta, profesor de Ética en un instituto de Cataluña. Un formato éste que no acaba de gustarme porque resulta a la postre poco sistemático y te quedas con la sensación de haberse quedado muchos asuntos en el tintero. Así, mi acompañante, que no frecuenta estos menesteres por incompatibilidad horaria, comentaba a la salida que Savater había estado "flojito". En efecto, no asistimos a un discurso elaborado, estructurado, pero lo que nos quedó es un reguero de cuestiones, algunas apuntadas, otras mínimamente desarrolladas, todas polémicas.
Así, por allí desfilaron entre otros temas, la importancia de la educación, instrucción versus educación, el papel de la escuela, el de la familia, de los círculos de amigos, de la tele, de la sociedad en su conjunto; de los momentos cruciales, la infancia, la primera adolescencia, la juventud; de los conflictos generacionales, del rol de los padres, autoritarios y/o permisivos; de la crisis, de los valores, de la crisis de valores; de límites, umbrales, ventanas, salidas y saltos en el vacío; de reformas educativas, de la necesidad de las mismas, de la necesidad de parar de hacerlas; de la ciudadanía, del combate por la democracia, por la capacidad y por la necesidad de pensar. De tapadillo, así como de refilón, también se tocó el tema de las autonomías, del País Vasco, del 15-M. En fin, un sinfín de apuntes que merecerían un discursos pautado y profundo.
Se dijeron muchas cosas, algunas contradiciéndose los contertulios, como la edad en la que se forja la voluntad o la necesidad de intervenir como profesor para orientar la deriva populachera del discurso espontáneo. Todo ello salpicado con anécdotas personales, referencias ilustradas a filósofos, chascarrillos simpáticos y citas oportunas. ¿Se las aprenderán antes de venir? ¿Tendrán una "Casa de Citas", como la que tenía Savater en la revista CLAVES DE LA RAZÓN PRÁCTICA, base de datos a la que acudir para ilustrar sus discursos?
La edad crucial
Piensa Savater que la infancia y la primera adolescencia son fundamentales para forjar la personalidad del individuo. Lapuerta se decantaba por la primera juventud, en la que el círculo de amigos y la separación casi definitiva de los padres acaba por cuajar el perfil identitario. Yo no sabría muy bien a qué carta quedarme, si a la de alguno de estos insignes filósofos o a la de una compañera mía que trabaja en Infantil y que es de la opinión que ya desde esa etapa se puede apostar a caballo ganador por el desarrollo futuro del educando. A propósito de este asunto, recuerdo una vez que tuve ocasión de compartir coche con Agustín García Calvo al cabo de una conferencia que dio en Castalla y, sabedor de mi condición de maestro, me decía que un niño, a los tres años, ya estaba echado a perder. También Savater apuntaba cómo el espíritu inquieto, curioso, del niño, filósofo en ciernes, "¿por qué no se caen las estrellas? ¿dónde se ha ido el abuelito?" acaba por ser preterido en la escuela y en la sociedad en su conjunto.
Seguiré desarrollando otros temas en otras entradas, si me apetece.