dilluns, 7 de novembre del 2011

Narración televisiva vs narración cinematográfica

Ambas formas de narración utilizan el canal audiovisual para la transmisión del mensaje. Imágenes, sonido y música son elementos con los cuales trabajan y que comparten, y ya es mucho. Pero aquí se acabó el parecido. El emisor, el contexto, el receptor, el mensaje... son diferentes. Y, como consecuencia, el código que utilizan también presenta notables diferencias. Y sin embargo...

La narración cinematográfica se desarrolla utilizando una serie de recursos que hemos ido estudiando en este curso. Hemos visto el montaje, con un amplio abanico de tipos de planos (general, 3/4, medio, primer plano, detalle) y transición entre ellos (corte, fundido, encadenado, plano-secuencia...). Otro tanto, con los movimientos de cámara (grúa, travelling, panorámica, zoom...) y angulaciones (picado, contrapicado, cenital, gusano). Recursos propiamente narrativos (el tiempo de cada plano, elipsis, flashback, flashforward; campo, fuera de campo) y estilísticos (símbolos, metáforas visuales, encuadre, fotografía, profundidad de campo). Sonido diegético o no. La música. Los diálogos... toda una gama de recursos puestos al servicio de la narración cinematográfica que se desarrolla en un marco temporal limitado -más o menos entre 90-180 minutos- y está pensada para su proyección en una gran sala con una pantalla de formato panorámico.

En cuanto a la narración televisiva, en formato serie, tenemos que hacer una aclaración. No es lo mismo hablar de The killing o Modern Family que hacerlo de Aquí no hay quien viva o Bones, por utilizar series que están hoy en antena o han sido emitidas recientemente. En principio, y a riesgo de ser en exceso reduccionista, podemos listar una serie de características que son propias de la narración televisiva, al menos en su variante sitcoms:
  • Duración limitada: entre 30-60'. Episodios independientes con el denominador común de los protagonistas (El mentalista). Variante: Desarrollo temático a lo largo de distintos capítulos (Twin Peaks). Esta distinción va más allá de los aspectos puramente temáticos y afecta al desarrollo formal. 
  • Unidad espacial y temporal. Los episodios suelen transcurrir en un período de tiempo corto: una jornada, por ejemplo; o en unos pocos días (Dos hombres y medio). Y a menudo en una misma unidad espacial: unas pocas habitaciones (Friends), una ciudad (Springfield, en Los Simpson), un bar (Cheers).
  • Rodaje en escenarios interiores (El príncipe de Bel-Air)
  • Preeminencia del diálogo. Las réplicas rápidas entre los personajes llega a constituirse en el hilo conductor de muchas de las ficciones narrativas (Aida), reforzadas con risas de plató.
  • La acción se concentra en un número reducido de personajes principales, 5-6 a lo sumo (Friends). 
  • Planificación acelerada. Rápida sucesión de planos/contraplanos, en plano medio, alternando entre el chiste y la réplica (Modern Family).
  • La banda sonora se limita a los diálogos, sonido diegético y las referidas risas enlatadas. No suele haber música, salvo la sintonía que identifica la serie o un leitmotiv que actúa como elemento de transición (Dos hombres y medio).
Sin embargo, todas estas generalizaciones son sólo eso, generalidades a las que podemos encontrar tantas salvedades como queramos. Además, en los últimos años, sobre todo a partir del acceso a cualquier serie en Internet, la variedad se ha multiplicado hasta el punto de que cualquier análisis serio exgiría la referencia constante al objeto concreto de análisis. Aún más, cada vez son más las series que incorporan elementos de la narración cinematográfica a productos destinados a la pequeña pantalla -ahora ya no tan pequeña-. Así, en Los Simpson, por ejemplo, podemos comprobar la variedad de planos y de recursos estilísticos  utilizados (planos generales, primeros planos, angulaciones acusadas).  O en Modern Family, en la que hay movimientos de cámara al hombro, un uso dramático del primer plano, planos generales de situación, interpelaciones al espectador, estructura en paralelo, planos en la espalda de los personajes, travellings... combinados con otros típicamente televisivos.

Por su parte, Twin Peaks inició un camino que después han seguido otros muchos (elipsis, flashbacks, ralentís, iluminación...). La serie más reciente en nuestras pantallas que ha seguido sus pasos sería The killing, un relato por episodios en el que la propia ciudad de Seattle y la lluvia omnipresente se erige como un protagonista más. La iluminación y la fotografía están muy cuidadas, se utilizan efectos digitales -por ejemplo, en el tratamiento de la lluvia-,  se desarrollan tramas secundarias que dan entidad y consistencia a los personajes. Y así podríamos seguir con cada una de las series mencionadas.

En la actualidad, asistimos también a otro fenómeno y es al trasiego de directores que pasan de un medio al otro. La televisión ofrece la posibilidad de desarrollar tramas dilatadas que no serían posbiles en el cine. Y ahí vemos a Scorsese (Boardwalk Empire), Tarantino (CSI), Soderbergh (K Street), Lynch (Twin Peaks), Coppola (La Conversación) dirigiendo episodios de algunas de las series más reconocidas. Y al revés, J. J. Abrams, director exitoso de las series Perdidos o Alias que ha rodado recientemente Misión imposible III o Star Trek .

Ahora quedamos a la espera de otras series de categoría especial. Ya se anuncia para este mismo domingo desde el que escribo, la emisión en la Sexta de la primera temporada de The walking dead, cuyo primer episodio está dirigido por Frank Darabont, otro cineasta migrado de la gran pantalla.