dissabte, 18 d’abril del 2020

A vueltas con el consenso



Me parece muy bien lo que dice, sobre todo, el análisis que hace de muchas situaciones actuales: el fracaso de las evidencias, el de la educación, el tribalismo imperante, la censura "desde abajo". ¡Cuántas veces nos hemos encontrado en esas situaciones en las que guardamos silencio porque consideramos que nuestras ideas no coinciden con las de la tribu! Me parece también muy importante subrayar el hecho de que conversar implica escuchar. 

Pero no comparto que el objetivo sea necesariamente el consenso. Puede llegar a producirse, claro, cuando conviene llegar a un acuerdo por múltiples cuestiones: por ejemplo, a la hora de decidir el nombre de un hijo o el destino de un viaje; en situaciones en las que las posturas dependen del deseo o la preferencia de los contendientes. Pero no siempre ocurre así. 

A veces, las posturas que se defienden son diametralmente opuestas o diferentes, pero la aplicación de las mismas exige que se lleve a cabo de acuerdo con la lógica interna del argumento para que pueda desarrollarse con coherencia. Un ejemplo cercano, la aplicación de la inmersión lingüística. Aquí no cabe un consenso. la posibilidad de lograr el objetivo final depende de la aplicación de la idea en su totalidad, no parcial o sesgadamente; en caso contrario, se desvirtúa, pierde toda su coherencia. Lo mismo ocurriría probablemente con la aplicación de un sistema político -capitalismo, comunismo, fascismo...- y en otras situaciones, como la lucha contra el cambio climático. 

Por tanto, no siempre el consenso entendido como transacción, -yo cedo un poco y tú también- es deseable. En esos casos en que el consenso no es deseable, la conversación debe regirse por unos criterios de plausibilidad, que, para mí, deben corresponderse con la lógica argumental y con las evidencias. 

En última instancia, y dado que nunca estaremos absolutamente convencidos de las virtudes de nuestro razonamiento y que, por eso, aceptamos la democracia como el menos malo de los mecanismos de decisión, que sea la mayoría la que decida, a sabiendas de que tampoco nos asegura que sea su decisión la mejor. 

Por último, y comparto con la señora, es CRUCIAL, la diferencia que hace entre personas e ideas. Yo siempre lo he dicho. Las personas se respetan, las ideas se combaten.