dimarts, 31 de desembre del 2019

Parásitos

Parásitos, el último film del realizador coreano (del Sur) Bong Joon Ho y Palma de Oro en Cannes 2019 es una extraordinaria película, sin paliativos. Por la forma y por el fondo. Veamos. 

La película empieza planteando una situación que podríamos incluir en la categoría de cine social, ambientada en alguno de los países emergentes asiáticos, los llamados "tigres asiáticos", donde el desarrollo vertiginoso del capitalismo más ultraliberal ha abierto una brecha... ¿insalvable?  entre las distintas clases sociales: el lujo, ya no propiamente "asiático" sino cada vez más internacional, aparece al lado o frente a situaciones de pobreza extrema. Uno podría pensar que estaríamos ante un producto semejante a la reciente y también extraordinaria Un asunto de familia, de Hirokazu Koreeda. Pero no. Poco a poco, en pequeñas dosis, se introducen toques de humor que suavizan la situación a la vez que la enriquecen. Más tarde, sin embargo, y sin que nos demos cuenta, de una forma muy sutil, el relato va escorándose hacia una trama propia del suspense clásico, para acabar en un desenlace apoteósico, que nos recuerda en cierto modo al de Grupo salvaje o al del final de la Odisea. Por tanto, nos encontramos ante un relato poliédrico, pero perfectamente ensamblado, y el espectador disfruta de este deambular de una cara a la otra, conducido de sorpresa en sorpresa.


Por otra parte, el argumento es crucial. ¿Quiénes son los "parásitos" del título? Un parásito es un organismo vivo que se aprovecha de otro provocando un perjuicio a este último. En la película, al inicio de la trama, una familia pobre -una pareja y dos hermanos- busca la manera de aprovecharse de una familia rica, trabajando para ella, haciéndose pasar por lo que no son. La familia rica está formada por un marido que se ha enriquecido explotando a gente como la que ahora pretende contratar, una esposa incapaz de casi todo, una típica "señora de", y un niño repelente y maleducado. La familia pobre engaña a la rica sobre las supuestas habilidades de sus miembros como profesora de inglés, profesor de dibujo, cocinero o ama de llaves, a costa de la criada primera de la familia, tampoco esta inocente, pues también esconde su propio secreto. 

Frente a los mensajes, tan en boga en nuestros días, contra los "parásitos" que "chupan la sangre al sistema", sean estos inmigrantes, parados, beneficiarios de ayudas sociales, etc. la película nos muestra de forma muy original y eficaz que nadie es inocente, que todos se aprovechan los unos de los otros, precisamente porque el "sistema" así lo reclama y no permite alternativa. Ahora bien, los hay que lo hacen de buen grado y con entusiasmo; y otros, porque no tienen más remedio. Me quedo con estos.