diumenge, 6 de novembre del 2011

Tema y estilo de La lengua de las mariposas

Hasta hace poco, si alguien me hubiese preguntado cuál era el tema de La lengua de las mariposas, le habría contestado que era una película sobre la guerra civil española. Otra más. Sin embargo, según la he ido analizando en este curso, he ido cambiando mi opinión sobre ella hasta el punto de pensar que el tema es otro: la pérdida de la inocencia. La guerra civil no es un mero marco circunstancial, al contrario, tiene una trascendencia dramática fundamental en la historia como desencadenante que es de ese devenir vital. Otras ideas que también se desarrollan son: la naturaleza acogedora, casi un refugio; la intolerancia y el odio; la debilidad humana ante el miedo; el poder (o no) de la palabra. ¿Cómo se ponen de manifiesto este tema y estas ideas?

El niño, al principio, "es un gorrión". Así se lo dice su madre al maestro en el momento del inicio de las clases y éste será el mote que le acompañe durante los primeros días de escolaridad. Las mismas preguntas que le hace al hermano en la primera escena en la habitación compartida, manifiestan aún esa ingenuidad que irá desapareciendo a lo largo de la película. En este proceso de crecimiento que es el tema central de  la película, el maestro es la figura que le revela un mundo maravilloso, lleno de color y magia: el de la naturaleza. El anuncio de la llegada de la primavera, la clase en el campo, la salida a cazar insectos, el baño de las muchachas en el río... Es la parte más luminosa de la película, con una fotografía llena de colores muy vivos e intensos y muy contrastada, planos dilatados en el tiempo y ritmo pausado. 

Esa naturaleza, sin embargo, resulta ambivalente, aunque nunca amenazante. Allí, en el interior del bosque, el muchacho asistirá al descubrimiento del amor (variante sexo) y del odio. Además, ese carácter iniciático, de camino de vida, queda realzado por el puente sobre el río, paso obligado para internarse en el bosque, escena que se repite en dos ocasiones, aunque con tonos y contenidos diferentes. En la primera, que sucede de día, Moncho y su amigo son testigos de los embates amorosos de Guillermo Toledo y la que resulta ser hermanastra del niño. En la segunda, con una estructura similar -paso del río, acecho entre la maleza, desde el mismo ángulo y posición- los niños asisten a la matanza del perro, esta vez, de noche. La iluminación en ambas escenas es crucial, tanto por el momento del día en que suceden como por el hecho dramático que representan y el que preludian: el amor y la muerte (o el odio). A este respecto, destacar la figura de Guillermo Toledo en la segunda escena, a contraluz, una sombra sin matices arremetiendo contra el perro que agoniza fuera de campo. Dos caras de la misma moneda.

Los ámbitos en los que transcurre la acción también tienen un tratamiento desigual. En la cocina se reúne la familia para cenar. El hogar es el refugio, por eso el encuadre aparece perfectamente cerrado, a salvo de los conflictos que van labrándose en el exterior y la tonalidad es cálida y acogedora. Sin embargo, la habitación es el lugar de las confidencias con el hermano, un lugar en el que se cuelan ecos de la calle a través de las sombras en el techo, de los ruidos de las sacas en la noche. La plaza, por su parte, será el sitio donde se desarrollen los conflictos: el partido de fútbol, la pelea, la escena que pone fin a la película. Un tono gris acompaña siempre estas imágenes. El vestuario, igualmente, contribuye a definir la psicología de los personajes: el maestro, en tonos claros; don Avelino, el cacique, de negro.

Hay, para acabar, una escena clave que pone de manifiesto acertadamente el "fin de la inocencia" de Moncho. En el interior de la casa, una vez desencadenado el conflicto, el padre está sentado con la cabeza hundida entre las manos después de que la madre haya ocultado su presencia al piquete republicano que ha ido a buscarle para que acuda al ayuntamiento en auxilio del alcalde. El niño observa a su padre desde lo alto de la escalera, en plano picado, que revela la insignificancia de éste. En ese mismo instante, el muchacho acaba de leer La isla del tesoro, que le había prestado el maestro. Se intercala entonces un primer plano de la cubierta del libro en el momento de cerrarlo. Lo que sigue ya pertenece al ámbito del mundo adulto, mezquino y rastrero.